A primera hora de la tarde todas las parroquias, cofradías y demás asociaciones religiosas realizan una ofrenda floral a la imagen de Nuestra Señora del Dolor, a modo de pequeño y sentido homenaje, en el que los hermanos rezan y acompañan a su madre en su soledad y dolor. Tras el rezo, y cuando ya la tarde empieza a caer, parte del Palacio de hermanos de la Cofradía la procesión del dolor con la imagen de Nuestra Señora de la Vera Cruz, y se dirige hacia la Plaza Mayor para acompañar al resto de Cofradías, que esperan ansiosas el comienzo de la Procesión de la Soledad de la Virgen, organizada por otra de las más antiguas cofradías de la ciudad: Nuestra Señora de la Soledad. Una vez que la Virgen de la Vera-Cruz llega a la Plaza Mayor, se da por finalizada la Procesión del Dolor y da comienzo una nueva procesión en la que los hermanos de la Vera-Cruz se hermanan con el resto de cofradías. Todas juntas, acompañan a su madre en sus distintas advocaciones, que llora desconsoladamente por la muerte de su hijo, mientras espera con ansia los primeros rayos de sol del Domingo de Resurrección, donde el luto será sustituido por la alegría de Jesús resucitado.