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Esencia de la Procesión

En mayo de 1592 se da un poder a Juan Gómez de Loyola, cofrade de la Cofradía de la Vera Cruz, para que en nombre de ésta se hermane con la Cofradía de la Santa Resurreción de los Españoles de Roma, y se dice que así gozará, la Vera Cruz, de las indulgencias, preeminencias y gracias que tiene la de Roma y conseguirá bulas de su Santidad. Quizás sean estas indulgencias y bulas papales lo que verdaderamente impulsa a hermanarse, ya que a buen seguro eso supuso un estímulo a la hora de formar parte de la cofradía, y así tratar de asegurarse la salvación eterna. Este hermanamiento obligará a realizar, entre otras cosas, la procesión del Rompimiento del Velo, con el encuentro entre la Virgen y el Santísimo. Quizás fuera el carácter sacramental de la cofradía lo que hizo que, desde el principio, este encuentro se hiciera ante el Santísimo, y no frente a una imagen representando al Resucitado. No obstante, a lo largo del siglo XX, esta cofradía adquirió una imagen de un Resucitado, que procesionó, una vez finalizada la procesión del Rompimiento del Velo (que siempre se hizo ante el Santísimo), al filo del mediodía.

Iglesia Conventual de San Pablo, Plaza de San Pablo, Plaza de León, Mayor, Ignacio Martínez de Azcoitia, Plaza de San Francisco, Plaza Mayor.
Procesión con la Virgen: Palacio de la Santa Vera Cruz, De la Vera Cruz, Plaza de San Pablo, Santo Domingo de Guzmán, Plaza de las Carmelitas, Ramírez, Gil de Fuentes, Plaza de Isabel la Católica, La Cestilla, Mayor, Bocaplaza, Plaza Mayor.
Procesión conjunta: Plaza Mayor, Plaza de la Sal, Joaquín Costa, Don Sancho, Mayor, Plaza de León, Plaza de San Pablo, Iglesia Conventual de San Pablo.

Esta procesión, que sale a primera hora de la mañana del Domingo de Resurrección, se desarrolla entres momentos fundamentales. De la sede de la Vera Cruz sale la imagen de la Virgen cubierta con el velo negro y acompañada por cofrades mujeres, que cubren su cara con el capillo y los guantes negros, de esta cofradía y de manolas con mantilla negra. 
A la misma hora, de la Iglesia Conventual de San Pablo parte la procesión con el Santísimo, arropado por el resto de las hermandades.
Ambos cortejos procesionales se encuentran en la Plaza Mayor, donde se produce, después de las genuflexiones de la Virgen hacia el Santísimo, el despojamiento del velo negro, que es depositado en manos de un grupo de niños de todas las cofradías.
En ese momento, las manolas cambian su mantilla negra por blanca, y las mujeres cofrades se quitan el capillo y cambian sus guantes por blancos. Señal de que el luto ha desaparecido.
El tercer momento de la procesión es el regreso de todas las hermandades a la plaza de San Pablo, donde concluye la Semana Santa con una misa en la Iglesia, y el canto de la “Salve”.
La Semana Santa se despide en las cofradías con la degustación de la tradicional colación de hermanos, que consiste en un pan de anís y limonada para reponerse del esfuerzo realizado duante todos los actos penitenciales.