La Vera Cruz lanza pétalos al paso de la Virgen y del Santísimo en el último desfile de un enriquecido ciclo penitencial
Volvieron los estruendos de los cohetes y la música de las marchas procesionales y de la alegría de los cofrades como signos de la procesión del Rompimiento del Velo, con la que concluye la Semana Santa. El encuentro de la Virgen con su hijo organizado por la cofradía de la Vera Cruz ha cerrado en este Domingo de Resurrección una recuperada Semana Santa. La procesión se recuperó fundamentada en tres momentos.
De la sede de la Vera Cruz salió la imagen de la Virgen cubierta con el velo negro y acompañada por cofrades mujeres, que cubren su cara con el capillo y los guantes negros, de esta cofradía y de manolas con mantilla negra. A la misma hora, de la iglesia conventual de San Pablo partió la procesión con el Santísimo, arropado por el resto de las hermandades.
Ambos cortejos se encontraron en la Plaza Mayor, donde se desarrolló, después de las genuflexiones de la Virgen hacia el Santísimo, el despojamiento del velo negro, depositado en manos de un grupo de niños de todas las cofradías. En ese momento, las manolas cambiaron su mantilla negra por blanca, y las mujeres cofrades se quitaron el capillo y cambian sus guantes por blancos, señal de que el luto ha desaparecido.
El tercer momento de la procesión es el regreso de todas las hermandades a San Pablo, donde concluyó la Semana Santa con la misa y el canto de la Salve. La degustación de la tradicional colación de hermanos, que consiste en un pan de anís y limonada, despidió la el recuperado ciclo penitencial.