MUCHAS GRACIAS, PALENCIA. MUCHAS GRACIAS, PALENTINOS
+ Mons. Manuel Herrero Fernández, OSA. Obispo-Administrador Apostólico de Palencia
Vine aquí, sucediendo a D. Esteban, a Mons. Munilla, a D. Rafael, ya difunto, a D. Ricardo, al P. Nicolás Castellanos, que fue mi prior y provincial en la Orden de san Agustín y a Mons. Anastasio Granados que me ordenó presbítero… y enviado por el papa Francisco para ser vuestro Obispo, el obispo 101 de la Diócesis Palentina después de la restauración realizada por Sancho III el Mayor, de Navarra y Bermudo III de León tras la invasión de los árabes.
Aquí he caminado con los cristianos y ciudadanos palentinos durante siete años y medio, últimamente como obispo administrador apostólico. Llegué un 18 de junio de 2016 y termino el 20 de enero de este año 2024. Termino porque, según las leyes de la Iglesia, a todos los que tenemos responsabilidades pastorales, se nos ruega que, al llegar la edad de los 75 años, presentemos nuestra renuncia al Papa, a no ser que por enfermedad u otras circunstancias graves se tenga que presentar antes (Código de Derecho Canónico, c. 401 402). El mismo código señala que el Papa proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias. Yo la presenté unos días antes de cumplir los 75 años, el 2 de enero de 2022 y el Papa Francisco me la ha aceptado nombrando a otro sacerdote como Obispo de Palencia el 31 de octubre de 2023.
Durante este tiempo he compartido la vida cristiana y la he animado en la medida de mis posibilidades físicas, humanas, y seguramente con mis aciertos y mis fallos y pecados.
Llegado este día 14 de enero en que me despido de vosotros en nuestra bella y renovada Catedral no me queda sino dar gracias; dar gracias a Dios que, sin mérito propio y por su misericordia, me dio el don de la fe, me concedió la vocación de ser religioso agustino y sacerdote, educador en colegios y seminarios, párroco y otras responsabilidades en Madrid y en Santander, y obispo aquí en Palencia.
Gracias a los sacerdotes palentinos, a los que hoy viven y a los que han muerto, a los sanos y fuertes y a los enfermos y cargados de años y sabiduría. Debemos estar agradecidos y manifestárselo todos los palentinos a nuestros sacerdotes, por su presencia, por su entrega sacrificada, por su dedicación a los enfermos, a los vecinos y vecinas de los pueblos, por predicarnos la Palabra de Dios domingo tras domingo y en las fiestas; una palabra, la del Evangelio, que humaniza y nos ayuda a construir una sociedad mejor donde el Reino de Dios se haga presencia con la justicia, la verdad, la vida, la paz y el amor. Ellos han sido mis colaboradores necesarios; sin ellos poco o nada podría haber realizado.
Gracias a los Vicarios – General, de Pastoral y Judicial-, a los arciprestes, a los responsables de las Delegaciones y trabajadores del Obispado; a los capellanes del Hospital, de la Cárcel; gracias a los laicos y laicas que, urgidos por su conciencia de bautizados, de pertenecer a la Iglesia y de ser miembros activos en la misma en la sociedad y para bien de la sociedad, se han entregado y entregan su tiempo, sus dones y cualidades. Gracias a los que por medio de los consejos diocesanos y los grupos sinodales me habéis ayudado a trabajar para nuestra Iglesia sea Iglesia sinodal que cuida la comunión, la participación para la misión. Gracias, especialmente, al equipo de programación pastoral y a los que habéis trabajado en las tareas del Sínodo convocado por el Papa, particularmente a la delegada diocesana para el mismo, Inmaculada Martín. Todos habéis manifestado el rostro de un Dios que es Padre, Hijo y Espíritu y que nos ama, acompaña con ternura y perdona.
Gracias a los miembros de la Vida Consagrada, los de vida contemplativa en los monasterios y los de vida activa, que con su vida muestran que la Iglesia abre futuro de salvación, educa a la persona, acoge.
Gracias a los colaboradores y colaboradoras en las parroquias siendo catequistas, animadores de la Palabra y de las Celebraciones, a los que limpian los templos, a los que tienen las llaves de los templos y los cuidan porque forman parte de su vida e historia, además de ser arte que expresa la fe; a los que se preocupan desde Cáritas de los enfermos, de los necesitados, transeúntes, peregrinos, personas mayores y solas.
Gracias a todas las autoridades locales, provinciales, regionales y nacionales con los que he tratado desde la libertad, la responsabilidad y la búsqueda del bien común. Gracias a todos: siempre me habéis tratado exquisitamente.
Muchas gracias a los medios de comunicación social, directivos y trabajadores que habéis sido como un púlpito para llevar el mensaje del obispo a todos los rincones de la Provincia.
Y con mi gratitud eterna una petición: El día 20, sábado, a las 11 de la mañana en la Catedral comenzará su ministerio entre nosotros el nuevo Obispo, D. Mikel Garciandía Goñi. Viene de la Iglesia hermana de Pamplona y Tudela para caminar con todos. Acompañadle y acogedle con el corazón ensanchado, con los brazos abiertos, dispuestos a colaborar con él, como él lo está para con todos. Hagamos verdad lo que dice Santa Teresa de los palentinos: «gente de caridad y llana, sin doblez, que me da mucho gusto; más toda la gente es de la mejor masa y nobleza que yo he visto; que es gente virtuosa la de aquel lugar, si yo la he visto en mi vida».
Termino mi despedida y acción de gracias. Os digo adiós, porque vendré en algunas ocasiones. Y a Dios, porque desde Santander oraré por vosotros, os recordaré; os llevo en el corazón. Me he sentido querido y os he querido y os querré siempre.