Los cofrades veneraron las reliquias del Lignum Crucis y acompañaron al Santísimo hasta la capilla del Monumento
En esta Semana Santa totalmente trastocada por la pandemia, palentinos y visitantes -no hay demasiados, pero los hay- están perdiendo una oportunidad casi única en los últimos años de disfrutar de todos los desfiles procesionales, puesto que el buen tiempo está acompañando y la lluvia que se anunciaba ya no parece que hará acto de presencia. En años anteriores, las temidas nubes han arruinado gran parte de las procesiones y los actos se han tenido que transformar en oficios en el interior de los templos.
Esto mismo está pasando este año, y no precisamente por la lluvia, sino por la infausta pandemia y las duras restricciones sanitarias a las que la sociedad se ve obligada. Así, en la jornada de este Jueves Santo, han faltado los cientos de personas que todos los años se arremolinan en los Cuatro Cantones para disfrutar de una de las más espectaculares imágenes de la Semana Santa de Palencia, la de los cofrades de la Vera Cruz elevando por encima de sus cabezas el paso de la Santa Vera Cruz, de su querida reliquia del Lignum Crucis, para salvar los mal llamados cantones, que impiden el paso del majestuoso trono de madera policromada.
La tarde ha estado reservada a la Misa en la Cena del Señor, también en San Pablo, en donde los cofrades de la Vera Cruz, ataviados con sus túnicas negras de capa verde, han acompañado además al Santísimo hasta la capilla del Monumento.
Para el Viernes Santo, los cofrades han dispuesto también la exposición y veneración de la reliquia sagrada, junto a la imagen de la Virgen, además de organizar un recorrido por las diferentes capillas penitenciales para mostrar sus respetos a los monumentos en los que se guarda el Santísimo.